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Halcones en aeropuertos: para qué se usan y cómo trabajan. El cetrero.

Aún no ha roto el amanecer, la pista guarda el brillo del rocío y en cabina se hace ese silencio tenso antes del “despegue autorizado”. Entonces, a lo lejos, un guante de cuero se alza y una silueta con alas corta el aire. No saldrá en titulares, pero asegura un despegue sin contratiempos: el cetrero. A continuación te cuento cómo ese gesto discreto, que alza el vuelo del ave, mantiene a salvo lo que más nos importa: la seguridad y el ritmo del vuelo. Ese es el motivo por el que ves halcones en aeropuertos

En esta guía te explico qué hace un cetrero en un aeropuerto, cómo funciona la cetrería aeroportuaria y cómo ayuda a prevenir bird strikes.

🧤¿Qué es un cetrero aeroportuario?

Si te digo “cetrería” quizá pienses en un halcón sobrevolando el campo. Pero cuando hablamos de halcones en aeropuertos, hablamos de seguridad operacional. Su misión no es cazar, sino disuadir. Que una bandada cambie de idea antes de asomarse a la pista, que una gaviota no encuentre cómodo posarse en la rodadura, que un conejo no se convierta en sorpresa a última hora. El éxito, curiosamente, se mide en ausencias: cuando no ocurre nada, alguien ha hecho muy bien su trabajo.

⚠️Por qué existe: riesgos de fauna y “bird strikes”

Los aeropuertos son imanes para la vida salvaje: praderas siempre cortadas, agua de lluvia acumulada, edificios que guardan calor. A veces hay vertederos cercanos, cultivos o humedales que completan el menú. Por eso muchos aeropuertos recurren a halcones en aeropuertos como recurso disuasorio de impacto inmediato. Un bird strike —un impacto con aves— no es lo normal, pero existe, y aunque la mayor parte se queda en revisión y anécdota, la estrategia más inteligente es evitar que se produzca. Por eso hay planes de gestión de fauna que combinan diseño del hábitat, vigilancia y respuestas rápidas. En cabina, lo percibimos como un aviso por radio: “actividad de aves reportada”. Detrás de ese aviso, casi siempre, hay un cetrero moviendo pieza.

🛠️Cómo trabajan: métodos de disuasión coordinados

Ninguna técnica funciona sola para siempre. La clave es mezclar y rotar recursos para que la fauna no se acostumbre, y hacerlo en sincronía con la operación diaria del aeropuerto. Desde la ventanilla, a veces se ve una coreografía muy pensada: un vehículo se acerca, el cetrero evalúa, decide qué herramienta usar y la zona se despeja sin que el pasajero se entere.

🦅Aves rapaces adiestradas

Las rapaces son el mensaje biológico más claro que existe. Su presencia crea un “paisaje del miedo” que hace que otras aves busquen alternativas antes de acercarse a la pista. En muchos aeródromos, los halcones en aeropuertos más habituales son el peregrino y el sacre (o sus híbridos), y también aguilillas de Harris por su docilidad y su forma de trabajar en mancuerna con el cetrero. No se trata de perseguir capturas, sino de recordar a la fauna que ese no es su lugar. Por si el vuelo se alarga, llevan telemetría: emisores ligeros que permiten localizar al ave con precisión.

🐕Perros, pirotécnica y bioacústica

No todo son alas. Los perros de trabajo recorren praderas y taludes para desalojar puntos de descanso. La pirotécnica controlada —bengalas acústicas— introduce un estímulo sonoro que incomoda sin dañar. La bioacústica reproduce llamadas de alarma o gritos de depredador en momentos concretos. La gracia está en alternar herramientas y dosificar su uso para mantener la eficacia sin generar habituación.

📡Tecnología de apoyo (radar, dron, telemetría)

Algunos aeropuertos cuentan con radar de fauna que detecta bandadas a distancia y ayuda a decidir dónde y cuándo intervenir. Los drones permiten revisar zonas inaccesibles o evaluar puntos de agua tras lluvias intensas. Todo queda registrado en bitácoras que luego se analizan para afinar horarios y puntos calientes. Tradición y datos van de la mano.

🗼Coordinación con torre y medio ambiente

Nada de esto sucede en solitario. El cetrero se coordina con Operaciones y con Torre de Control para no interferir con los movimientos de aeronaves o vehículos. Si una zona está especialmente activa, puede reordenarse la secuencia de salidas o pedirse una espera breve. También hay interlocución con el área de Medio Ambiente para que el diseño del hábitat no convierta el aeropuerto en un lugar “apetecible”.

🐾Especies más usadas y bienestar animal

Cetrero aeroportuario con ave rapaz en el guante junto a la pista

La presencia de la rapaz disuade a gaviotas y otras aves en zonas críticas del aeropuerto

En el día a día, hablar de halcones en aeropuertos es hablar del peregrino, el sacre e incluso híbridos, por esa silueta y velocidad que imponen respeto a gaviotas, palomas, estorninos y córvidos. Cuando el trabajo es más cercano al suelo o hace falta maniobra fina, la aguililla de Harris encaja de maravilla por su docilidad y el “tándem” que hace con el cetrero. En entornos con arbolado o para levantar aves refugiadas en zonas más cerradas, a veces entra en escena el azor. En casos muy concretos y climas determinados pueden usarse gerifaltes o lanner (o sus híbridos), pero son menos comunes; águilas, por tamaño y entorno, casi no se ven, y búhos/lechuza rara vez se emplean porque no envían el mismo mensaje a las especies problema de actividad diurna.

Como apoyo en tierra, hay perros de trabajo que son pura eficacia para barrer praderas y taludes: Border Collie, Pastor Belga/Malinois o Labrador, siempre adiestrados para obediencia y sin perseguir por perseguir; su papel es hacer incómodo el descanso donde no debe y devolver la zona a la operación.

Todo esto se hace con una mirada clara al bienestar animal. Las rapaces trabajan con telemetría cuando procede, descansos programados, alimentación medida —el peso es parte del entrenamiento— y revisiones veterinarias; se evitan exposiciones innecesarias a calor o viento extremos. El objetivo nunca es “cazar en la pista”, sino provocar esa decisión simple en el resto de aves: aquí hoy no me conviene estar.

🗓️Un día de trabajo: rutinas y temporadas

Las rutinas siguen el pulso del aeropuerto y del cielo. Con la primera luz empiezan las rondas, justo cuando también arranca el pico de salidas. Si es época de migración o hay cría, se refuerzan pasadas; si ha llovido y hay charcos en cabecera, se vigilan esas zonas porque se convierten en improvisados abrevaderos. A media mañana pueden entrar los sonidos de bioacústica o los perros para barrer praderas. Por la tarde, segundo pico de operaciones; al cierre, registros y mantenimiento.

Una vez, con viento cruzado y suelo húmedo, Torre nos pidió mantener posición por gaviotas en aproximación en el aeropuerto de Málaga (AGP). Vi por el ojo de buey (la pequeña ventanilla redonda de las puertas del avión) al equipo de fauna desplegar una aguililla de Harris y combinarla con un par de cohetes acústicos. En menos de dos minutos la zona estaba limpia. Para el pasaje fue un suspiro; para mí, la confirmación de que la cetrería, bien hecha, es invisible y eficaz.

⚖️Normativa y seguridad (alto nivel)

Cada aeropuerto opera con procedimientos aprobados que recogen cuándo, dónde y cómo intervenir, qué permisos son necesarios para la tenencia y el vuelo de rapaces y cómo se documenta cada actuación. Además, hay formación en seguridad operacional (lo que en aviación llamamos Safety), comunicaciones por radio y trabajo en lado aire. Todo está pensado para que la gestión de fauna sume seguridad y nunca reste.

💬Mitos y realidades

Se oye de todo: que si “van a cazar a la pista”; no, la idea es que las aves no entren en la pista. Que si “con un halcón basta”: ojalá; lo que funciona es la combinación de técnicas, la lectura del entorno y la constancia. Que “si hay radar ya no hace falta cetrería”: el radar avisa, pero es la presencia y la decisión del cetrero lo que resuelve. Y no, las rapaces no están todo el día volando: tienen horarios, descansos y cuidados que forman parte del trabajo.

🎓¿Cómo se llega a ser cetrero aeroportuario?

No hay un atajo único ni un diploma mágico. Piensa en tres capas que se solapan: oficio de cetrería, cultura de seguridad aeroportuaria y criterio ecológico. La puerta de entrada suele ser una empresa de control de fauna que trabaja para el aeropuerto; a veces también los departamentos de Medio Ambiente del propio gestor. Lo que más se valora es que llegues con manos hechas al guante y cabeza hecha al procedimiento.

La primera capa es el arte de la cetrería: aprender con un maestro o escuela autorizada, entender el entrenamiento sin prisas, el ajuste de peso, la telemetría y, sobre todo, el cuidado diario. Son horas y horas en campo, con frío y calor, leyendo el viento y el humor del ave. Cuando eso está consolidado, el salto al aeropuerto exige amueblar la segunda capa: seguridad operacional. Aquí entran los básicos de trabajar en lado aire: moverse por pistas y rodaduras sin interferir, usar la radio con claridad, conocer las prioridades de la operación y respetar los procedimientos al milímetro. Muchas empresas piden formación AVSEC básica, acreditación de acceso y la prevención de riesgos correspondiente.

La tercera capa es la ecología aplicada: comportamiento de especies locales, épocas de migración, cómo cambia el aeropuerto con la lluvia o la cosecha en fincas cercanas. Un buen cetrero aeroportuario no solo vuela rapaces; anticipa dónde y cuándo habrá actividad de aves y elige la herramienta adecuada para disuadir sin generar habituación.

¿Y cómo se entra? Con experiencia demostrable (bitácoras de vuelo, referencias de tu maestro o centro de rapaces), una actitud operativa —puntualidad, temple, trabajo por turnos— y ganas de aprender el idioma del aeropuerto. Funciona presentarse con un dossier breve: quién eres, qué aves has manejado, qué sabes de telemetría y cómo documentas tus intervenciones. Hay contrataciones temporales en picos de migración que son una gran puerta de entrada.

Por encima de todo, cuenta la ética: en este trabajo el objetivo es disuadir, no cazar. Si te atrae este camino, acércate a una escuela/federación de cetrería de tu zona para consolidar la base y mantén el radar puesto en ofertas de servicios aeroportuarios. Cuando ambas orillas se encuentran —ave bien llevada y operación bien entendida—, el resto es oficio y constancia.

🎯Habilidades clave

Más que una lista, es un retrato: mirada atenta para detectar patrones en minutos; juicio para escoger la técnica adecuada y retirarse a tiempo; comunicación clara por radio; mano fina con las rapaces y suficiente resistencia para pasar horas a la intemperie sin perder precisión. Y, sobre todo, paciencia.

🔗Enlaces de interés

Para ampliar, tres referencias oficiales y claras: AESA: Aena y la gestión del control de fauna — documento (PDF) con medidas reales y buenas prácticas aplicadas en aeropuertos españoles; Foro de Fauna 2023 — Barajas — presentación técnica que resume particularidades del servicio de control de fauna en un gran hub; y Vídeo Aena — Cetrería en Málaga‑Costa del Sol — pieza breve que muestra el trabajo diario de los cetreros en pista desde 1991.

❓Preguntas frecuentes (FAQ)

📌¿Por qué hay halcones en aeropuertos? Porque su sola presencia disuade a otras aves y reduce el riesgo de encuentros con aeronaves.

📌¿Se daña a las aves? La filosofía es preventiva y disuasoria. Se prioriza el bienestar animal y el cumplimiento de la normativa ambiental.

📌¿Todos los aeropuertos tienen cetreros? No necesariamente. Depende del entorno, la fauna local y la estrategia de cada aeropuerto.

📌¿Qué pasa si hay aves en aproximación o en cabecera? Se coordina con Torre y Operaciones para informar a las tripulaciones y, si es preciso, reordenar movimientos hasta despejar la zona.

📌¿Pueden sustituirlos los drones o los sonidos grabados? Ayudan, pero no replican el efecto biológico de una rapaz. Lo más efectivo sigue siendo la combinación equilibrada de herramientas.

A veces, cuando alguien me pregunta por qué hemos esperado unos minutos antes de despegar, respondo: “Porque alguien con un guante y un halcón nos ha abierto camino”. Y nos vamos, como debe ser: con todo tranquilo y el cielo despejado.

Y conviene recordarlo: en la seguridad aeroportuaria no estamos solos. Nos apoyamos también en los animales; desde los halcones en aeropuertos hasta los perros de pista, ese trabajo silencioso suma seguridad a cada despegue y a cada aterrizaje.

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